martes, 26 de enero de 2010

La inmigración, un arma electoral de doble filo


Una creencia generalizada en el mundo de la estrategia electoral es que la inmigración da votos. Lo que no se dice tan a menudo es que también los quita.

Nadie puede negar que, gracias a sus propuestas anti-inmigratorias, el ultraderechista Josep Anglada consiguió su primer acta de concejal en las municipales del 2003 en Vic. Tampoco es objetable que ese mismo tema fue clave para que cuatro años más tarde su formación política, Plataforma Per Catalunya (PxC), obtuviese 4 concejales y el 18% de los votos convirtiéndose, de facto, en la segunda fuerza del municipio catalán. Tampoco es un misterio cómo Le Pen se las ingenió para pasar a la segunda y definitiva vuelta de las presidenciales del 2002 superando incluso al entonces primer ministro socialista, Lionel Jospin. Ni cómo el extremista Pim Fortuny consiguió convertir a su “Lista” en la segunda fuerza política holandesa en mayo del 2002. La inmigración da votos. Es un hecho.

El problema es que también los quita. Rajoy utilizó su contrato de integración para inmigrantes como arma electoral en su debate con Zapatero en el año 2008. Reproduzco alguna de las frases que utilizó contra el presidente del Gobierno: “En junio de 2004 había un 1.700.000 inmigrantes; en Junio de 2007, 3.900.000. A usted, esto no le plantea ningún problema pero a mucha gente sí, porque no acceden a una vivienda, a un trabajo, a una plaza pública escolar…”. ¿Consiguió algo? ¿Es hoy presidente del Gobierno? Zapatero sigue disfrutando exactamente de la misma ventaja en escaños que logró en las elecciones del 2004: 15. En las pasadas elecciones catalanas, otro eterno aspirante, Artur Mas, propuso un carné por puntos para inmigrantes para acceder a determinados servicios que no fuesen básicos. ¿Resultado? No sólo no ganó votos sino que perdió 100.000 respecto a las elecciones del 2003 y a día de hoy efectúa su tercer y último intento para conseguir la presidencia de la Generalitat.

¿Por qué, entonces, la oferta electoral anti-inmigratoria funciona sólo para partidos pequeños de extrema derecha y no para los grandes partidos de derechas? ¿Y por qué sólo funciona para los primeros durante un determinado espacio de tiempo? Los grandes partidos de derechas en España (PP y CiU) suelen obtener entre un 30 y un 40% de los votos en su ámbito electoral y cada vez que presentan ofertas anti-inmigratorias a la sociedad, el porcentaje de votos que ganan por la derecha lo pierden por el centro. Por su parte, los partidos xenófobos tienen un tope electoral del 20% en la mayoría de los países europeos. Un partido pequeño puede presentarse con esa oferta a unas elecciones y conseguir incrementar sus resultados espectacularmente respecto a los anteriores comicios en periodos de fuerte inmigración (como sucedió en Vic o Francia) o de crisis económica. Pero difícilmente superará ese tope. En Vic, por ejemplo, parece claro que la inmigración preocupa a ese 18% de ciudadanos que vota a PxC pero, según el último sondeo encargado por su Ayuntamiento, este tema figura en el noveno lugar en la lista de preocupaciones de sus vecinos así que las posibilidades de que Anglada se convierta en su alcalde son mínimas. Otro ejemplo: el mejor resultado de Le Pen en unas elecciones fue el 17,79% obtenido en la segunda vuelta de las presidenciales del 2002. Cinco años después, se hundió electoralmente con solo el 10% de los votos.

En el caso del PP, blandir la inmigración como arma electoral, como hacen Xavier García Albiol, con serias posibilidades de ganar en Badalona en las próximas municipales pero pocas de conseguir la alcaldía, o Alicia Sánchez Camacho, tiene el inconveniente añadido de que facilita munición al PSOE para presentar a los conservadores como un partido de extrema derecha (ya de por sí considerado como tál en algunos puntos de Cataluña por no transigir con el nacionalismo catalán). Esto es sumamente perjudicial para las opciones del PP de ganar en las generales del 2012, que pasan por labrarse una imagen moderada tanto en Cataluña como en Andalucía, las dos comunidades autónomas en donde la ventaja del PSOE respecto al PP es más significativa. No es de extrañar, por tanto, que el pasado viernes, Rajoy, bien aconsejado por sus asesores, reculase en la polémica sobre la inmigración afirmando que “todos tienen derecho a servicios básicos como la sanidad o la educación”, sabedor de que negar tales derechos a los inmigrantes irregulares provocaría que los ciudadanos le percibiesen como una persona carente de sensibilidad.

Un buen consejo para los políticos de derechas: los experimentos, mejor con gaseosa que con inmigración.

martes, 19 de enero de 2010

¿Cómo puede UPyD obtener representación en el Parlament?


Hace una semana, El Confidencial Digital y Libertad Digital se hacían eco del posible crecimiento electoral de UPyD en Cataluña. El periódico editado por José Apezarena destacaba que Ferraz prevé que el partido de Rosa Díez arrebate a los socialistas entre 3 y 4 escaños en el Parlament. Las expectativas que Libertad Digital concedía a los progresistas son en cambio mucho más modestas: uno o dos diputados.

No obstante, las mejores encuestas de voto son las elecciones. Las dos últimas celebradas en Cataluña nos ofrecen dos datos evidentes en cuanto al espacio electoral de centro izquierda no nacionalista. UPyD ha efectuado un notable progreso desde las primeras elecciones en las que se presentó, las generales de 2008, en las que acaparó sólo 6.000 votos (0,16%) hasta las europeas de junio del 2009, donde consiguió 15.000 votos (0,80%). Mientras tanto, los votos de Ciutadans se han visto espectacularmente reducidos desde los 89.000 votos (3%) que cosecho en las autonómicas del 2006, a los 7.000 de las europeas de junio (0,36%), pasando por los 27.400 en las elecciones generales del 2008 (0,74%). Interesante destacar que el espacio electoral del centro-izquierda no nacionalista sumaba 1,16% en las europeas, aún lejos del 3% requerido para entrar en el Parlament.

¿Qué necesita UPyD para conseguir entrar en el Parlament?

• Un relato solido que ya tiene: Mientras el resto de partidos catalanes, incluido el PP, están centrados en cuestiones identitarias como la nación, la lengua o el Estatut, UPyD ofrece un proyecto progresista centrado en resolver los principales problemas de los ciudadanos catalanes (crisis, paro, educación o sanidad). Este relato, fundamentado en la dicotomía entre los intereses de los ciudadanos frente a los intereses de las élites catalanas, es probablemente el más adecuado para conseguir movilizar al numeroso electorado abstencionista que en las pasadas elecciones autonómicas catalanas representó el 43% del censo electoral. Los abstencionistas, que junto a los desencantados con Ciutadans constituyen los potenciales votantes de UPyD, se corresponden sociológicamente, en su mayor parte, con los inmigrantes andaluces que reside en el cinturón rojo industrial de Barcelona y que suele votar en las elecciones generales al PSOE y se abstiene en las autonómicas.

• Un candidato conocido: La única encuesta que hasta ahora ha valorado a algún dirigente de UPyD otorga a su actual portavoz, María José Broset, un grado de conocimiento por parte de los catalanes de sólo el 18%. Ese mismo desconocimiento favoreció a UPyD en las elecciones vascas cuando presentó a Gorka Maneiro pero ese modelo parece estar agotado, como lo demuestra el hecho de que Francisco Sosa Wagner sólo consiguiera un escaño en las elecciones europeas cuando al comienzo de la campaña le daban dos. Además, si se compara ese dato con el 57% de catalanes que conoce a Albert Rivera, resulta evidente que UPyD está en clara desventaja en relación al candidato. Si las primarias lo permiten, Antonio Robles, ex diputado catalán por Ciutadans podría ser la solución. Crítico con el nacionalismo desde una posición nítida de izquierda y muy conocido por su defensa de las libertades lingüísticas, no vaciló ni un segundo en bajarse del proyecto de Ciutadans cuando estos se escoraron hacia la derecha pactando con los ultracatólicos antieuropeístas de Libertas.

• Unas tácticas electorales adecuadas: Dos son las principales tácticas que deberá utilizar UPyD si quiere conseguir representación en el Parlament:

- La táctica del voto útil: La han utilizado desde Felipe González cuando esgrimía que votar a Anguita sólo favorecía a la derecha hasta los laboristas británicos apelando al voto táctico de los votantes liberal-demócratas para frenar a los conservadores. Para intentar aglutinar el espacio electoral progresista no nacionalista, UPyD debería mostrar los mapas de los resultados de las últimas elecciones europeas en Cataluña donde supera a Ciutadans en todas las provincias catalanas. De esta forma, presentaría a esta última fuerza política como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

- El debate del no-debate: UPyD va a ser con toda seguridad excluida del debate que se celebre entre los candidatos autonómicos en TV3 al no tener representación parlamentaria autonómica. Sin embargo, debe sacar provecho de esta eventualidad denunciando su posible exclusión del debate, la falta de coraje de los líderes de las élites catalanas para debatir sobre lo que realmente interesa a los ciudadanos y la posible incoherencia entre lo que Ciutadans predicaba en las pasadas elecciones autonómicas solicitando su inclusión en el debate y lo que predicará ahora solicitando la exclusión de UPyD.

Lo anterior constituye una posible hoja de ruta para UPyD en las elecciones catalanas que se avecinan. ¿Podrán éstas convertirse en la antesala del éxito de UPyD en las municipales?